En estos momentos de dolor, elegimos la forma más fácil: escapar. En medio del sufrimiento nos debilitamos, negamos a nuestro Dios, nuestra fe se derrumba, nuestra mente pierde su lógica, no logramos obedecer al Señor y nuestros corazones son envenenados por el pecado; Pecado: Si el cuerpo tuviera un ojo, habría sido testigo de su horror, que distorsiona la imagen de Cristo en nosotros. Todo esto es el resultado de nuestra falta de comprensión del significado de la cruz, cuyo peso se duplica al cerrar nuestros ojos a la alegría en ella, al bien que refleja al final del camino y manifestada por la resurrección.
De hecho, la cruz no es más que la falta de Dios en sus hijos, a través de la cual el creyente otorga la gracia de la paciencia y la mansedumbre, de modo que el amor crece en él, se aleja el juicio, transmite sus efectos a los demás y une su resultado con Dios en sus sufrimientos. En medio del dolor, Dios está presente tal como apareció en el dolor de su Hijo.
La cruz y el dolor, no son más que una medicina purificadora para aquellos que están inmersos en el pecado. Es una realidad que puede no ser fácilmente aceptada por todos y considerada como castigo por Dios, pero la verdad es exactamente lo contrario. De hecho, nos gustaría buscarlo en este momento de epidemia, angustia y comprender su esencia.
Cuánto hoy, en este mundo oscuro y agonizante, frustrado por sus crisis, necesitamos que la luz de Cristo brille a través de nosotros. La luz que sacamos de su Santa Cruz, por lo que aceptamos su voluntad con alegría y esperanza, a través de él contribuimos a la salvación de las almas perdidas. ¿O no fue el Señor, quien fue el primero en recorrer este camino de dolor y tuvo un modelo a seguir al cargar la cruz? Entonces, atrevámonos a cargar nuestra cruz, aferrándonos a una fe fuerte para que no suframos tragedias, el rosario es nuestra oración, nuestro vínculo con la paz y la salvación. Llevémoslo y aguantemos, todas las etapas de esta prueba y fortalezcamos nuestros músculos espirituales, representados por los santos que buscaron el dolor, para regocijarnos en la gloria de la Resurrección con Cristo, y reconocer, como dice San Chárbel: "La Cruz es la llave de la puerta del Cielo".
Por: Rita Karam
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